"" el ojo heterotópico: Alonso Berruguete y el intruso profeta blanco

domingo, 6 de octubre de 2013

Alonso Berruguete y el intruso profeta blanco


























¿Qué hace el hombre blanco de Bernardí Roig entre los profetas, patriarcas y apóstoles de Alonso Berruguete? ¿Se trata de un intruso o de un compañero de viaje? Tal vez esos elegidos fueron también en su día una especie de seres advenedizos para el común de los mortales. Y en ese sentido, ¿por qué los mitos y los personajes de leyenda antiguos no iban a aceptar a alguien de nuestro tiempo? Acaso Bernardí Roig y la directora del Museo María Bolaños lo tienen claro y adaptan con este acompañamiento la ancestral voz del hombre.

El grupo de los elegidos históricos bajados de sus hornacinas, ¿pierden acaso la autoridad y el magisterio que la teatralidad expresiva de su iglesia les había concedido al encargar el retablo? Vistas de cerca, las esculturas de Berruguete adquieren más expresividad y fuerza, puesto que se encuentran al alcance de nuestra mirada, mientras que en la enormidad de un altar se perdían. Allí se diluían para exaltar una historia inventada más o menos difusa. Cara a cara las esculturas con ecos de Miguel Ángel establecen diálogo con el visitante. Y la dimensión del pathos, gracias a la actual disposición museográfica, nos alcanza de plano, anunciando ya el camino de un barroquismo catequizador. Las estatuas de Berruguete pueden por sí mismas, de ahí que acojan al hombre blanco y se dejen inquietar por él.

El hombre blanco no es un mero contraste, en absoluto una blasfemia (allá quien en su dogmatismo lo vea así) Pero sí llega para llamar la atención por una parte sobre el propio valor de lo que supone acercar hoy el contenido de un museo a los visitantes. Y por otra para pergeñar una manera más humanizada y menos divinizante de la condición de los hombres. Es y no es uno más de la serie de personajes elegidos. No es él quien se ha colado. Es nuestro tiempo el que no perdona y se impone al pasado, y si se mira bien, esta y todas las demás estatuas del hombre del instante blanco, se advertirá que todos son hijos del Laocoonte.   





4 comentarios:

  1. No me considero dogmática en ningún campo y, desde luego, la palabra blasfemia no suele encontrarse entre mi vocabulario. No obstante, y podéis llamarme antigua si queréis, no me convence en absoluto. No juzgo, sencillamente me limito a dar mi modesto parecer. Respecto a la afirmación de que el presente se impone al pasado… Si nos ceñimos al campo de lo artístico, no lo tengo yo tan claro. No vivo mirando hacia atrás, y mi obra lo demuestra. Sin embargo advierto cada día más falta de formación y convicciones, de verdaderos mensajes, en las obras que los artistas, los de todas las disciplinas, nos traemos entre las manos. Personalmente desconfío de la originalidad como fin en sí mismo. Y aunque, lo reconozco, como a cualquier escritor, me gusta sorprender al público, siempre juego limpio: quiero lograrlo gracias al talento y la profesionalidad, no con triquiñuelas y golpes de efecto. Quede claro que hablo de mi caso en concreto. Luego ya cada cual... Porque, en efecto, no soy dogmática. Y, por principio, no juzgo. Abrazos.

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    1. Saqué a relucir el término blasfemia con cierto eufemismo, digamos. Hay visitantes a los que este tipo de intervenciones no les va y sobre todo si es un medio donde abundan imágenes religiosas. Pero el espacio no es una iglesia sino un museo y deben ser ellos quienes tendrían que entenderlo en vez de tomárselo a (mal) pecho. El arte suele ser transgresor en gran parte de los casos, tanto en tiempos pasados como en la actualidad. Personalmente estoy abierto a aceptar los experimentos que dialoguen con obras de arte de otros tiempos, otras intenciones, otros modos de representar. Por lo demás, tu modo de pensar es respetable, Salomé. Muchas gracias por comentar.

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  2. Blanca matèria: encara verge, sobre la qual es poden projectar el pensament i la ornamentació intencionada. O ja desposseïda de tot menys del volum, i llavors és la imatge que es projecta sobre nosaltres.

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    1. La idea me parece magnífica. Así como otras figuras que aparecen en estos posts ya estaban hechas y se adecuaban a diferentes espacios (por ejemplo, en el Museo Lázaro Galdiano) esta figura la realizó expresamente para que figurara entre las de Berruguete. Naturalmente, las figuras de Roig beben de filosofías modernas (el existencialismo, el nihilismo) y son enormemente conceptuales frente al figurativismo y el simbolismo de las que hay en este museo. Gracias.

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